Con el disco en la mano, completamente acabado, se respira ya de otra forma. El ritmo no es tan vertiginoso, y a uno le da tiempo a mirar atrás, con la sensación de haber hecho mucho, en poco tiempo. Pero también, la mirada la vuelvo a colocar hacia adelante, aunque con el sosiego y la sensación de haber hecho un buen trabajo. Ahora marco nuevos objetivos.
Las primeras escuchas de el disco han llegado a mi entorno, y todo el mundo muestra cierta sorpresa, por todas estas nuevas canciones que ya no se identifican a la etapa de Skalariak, y que efectivamente abren otra perspectiva musical. Y es que esto ya no es ska, tendrá cierta influencia, pero se trata de otro lenguaje musical, con otro sello de identidad. Esto es The Kluba, ni mas ni menos.
Para bien o para mal, y a pesar de tantos kilometros recorridos, tantos conciertos realizados y 6 discos de bagaje musical, The Kluba acaba de nacer, y esto se nota en todos los aspectos. Creo que el disco por este lado es fresco, y tiene la fuerza de un primero. Y además, hay que ser consciente que el tiempo marcará el sonido de la banda disco a disco.
Después de mi vuelta de Paris, donde se masterizaron las once canciones (ya no son 12), tuve una sensación de vacio, un momento de crisis, cuando acabas algo que todavía no puedes enseñar públicamente. Cuando terminas un trabajo que todavía no sabes que recorrido tomará. Y además teniendo en cuenta que la única canción que se puede escuchar ("African Team"), tampoco resume el disco, ni descubre el total espíritu de The Kluba. Se puede intuir algo, pero una canción no da para mucho, la verdad.
Por tanto, espero muy pronto poder colgar una nueva canción. Eso sí, con el beneplácito de la nueva discográfica, la nueva atadura musical de un hombre que sólo aspira a ser libre, a crear y a vivir.